lunes, 4 de octubre de 2010

MATERNIDAD

Ayer y hoy, 3 y 4 de octubre, son dos días del año en que la fortaleza de mi maternidad parece ser puesta a prueba. Desde hace dieciseis años, esos días homenajeo a mi hija mayor, la que partió muy pronto, la que con dieciseis años debía aún caminar un largo camino. Sin embargo Dios no quiso que fuera así, se la llevó exactamente el 3 de octubre de 1994 y el 4 de octubre el cuerpito que gesté con amor y cuidé con esmero quedó sepultado en un hermoso parque jardín, muy bello, pero sepultado al fin.
 Ya he escrito mucho sobre estas fechas en otros sitios, no voy a extenderme más en éste, solamente quiero volcar en este espacio que en estos días hay una verdadera amalgama de sentires en mi alma, pero todos son de dolor, tristeza, angustia, impotencia, añoranza y un inmenso, inconmensurable amor dolido por la ausencia de quien, junto con mi hija menor son los dos seres que más amé, amo y amaré en la vida.
 Sólo me sostiene en este sendero que me tocó caminar, la esperanza del reencuentro que nos trajo Jesús. Yo sé que se producirá algún día, por ahora sólo espero y sigo amándola como siempre. Hija mía, mi dulce Noé.

Melan.

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