miércoles, 17 de agosto de 2011

Sentires periódicos






Agosto, mes especial para mí, todos los años sucede lo mismo, se acerca el 22 y comienzo a sentir el regreso, el recuerdo de hace diesiete años. No, no lo busco, está grabado a fuego en mí, ese día fue el día en que todo comenzó. De una mañana en la que amaneció toda la familia normal dispuesta a realizar nuestras tareas cotidianas, trabajos, estudios, llegamos a una noche con Noelia internada en el Garraham con diagnóstico de leucemia y un pronóstico que fue mucho más positivo que la realidad. 80% de posibilidades de curación con un tratamiento largo con quimios incluídas, todo terminó cuarenta y dos días después cuando una varicela devastó el cuerpito frágil de mi dulce hija y se la llevó para siempre el 3 de octubre todo en el año 1994.
 Mi vida se transformó en un antes y un después de la partida de Noé y por supuesto el después es la peor parte de esa vida, que hoy mantengo en supervivencia con mi amada Marina, mi hija menor, dulce compañerita de vida, hija incondicional y mi único motivo para seguir viviendo.
 La pareja... y bueno todo terminó después de veintitrés años de matrimonio cuando el padre de mis hijas no soportó más verme llorar tanto y se fue, o por lo menos eso creo a veces y ahora que lo escucho hablar por teléfono de vez en cuando. Él volvió a formar pareja, lejos, por suerte muy lejos de Buenos Aires, yo... bueno, Nix, lamento decirte que no va muy bien la cosa, en fin, por ahora estamos en stand by, qué se yo, a mí todo me cuesta mucho actualmente y más aún en esta época del año que empieza en agosto y lamentablemente termina recién en enero, cuando pasa el 4 de ese mes en que mi hija este próximo año cumpliría 34 años... Dios! Sería toda una mujer... y yo en lugar de estar en la computadora todo el día seguramente estaría en las plazas, leyendo cuentos o cantándole canciones a mis nietos... Cada día de mi vida le pregunto a Dios por qué no me dejó tener esa oportunidad, la de ver transformarse en mujer y mamá a mi primera hija, esa que me hizo mamá, la de los ojazos enormes con más enormes aún pestañas arqueadísimas, con una boquita de piquito que yo amaba y sobre todo con un enorme, inmenso caudal de ternura, de dulzura, de amor a los niños, de fe en Jesús...
 Bueno, quisiera estar más positiva, nunca puedo estarlo del todo, pero se acerca mi peor período del año, me prometo a mí misma tratar de exorcisar ese estado anual permanente y cambiar, intentar por lo menos que un año sea distinto y que yo pueda sentirme mejor, lo prometo porque mi alma lo necesita y por sobre todas las cosas porque lo necesitan mis dos hijas, la del Cielo que no querrá verme todos los años más triste en estos meses y más aún la que me acompaña, mi Marina, mi compañerita de vida, que tiene que lidiar con esta vida moderna, trabajando, estudiando y haciendo mil cosas, viajando mucho porque vivimos lejos de la Capital y encima que me vea así... como dice ella "no da".
 Así es que si hoy son estos mis sentires, espero que cambien algunas cosas, que se modifiquen otras y que yo pueda levantar la cabeza y seguir caminando erguida este sendero que Dios destinó para mí, porque aún me quiere en este mundo y no le voy a fallar a la promesa de reencuentro que le hice a mi Noelia al partir, no le fallaré, por eso, hasta volver a estar mejor no volveré a dejar un sentir en en este blog. La meta es la próxima entrada... deberá ser una buena noticia, un sentir alegre, feliz y positivo. Así lo espero porque así trataré con todas mis fuerzas que suceda.


La imagen pertenece a una obra del artista plástico argentino Alejandro Costas denominada De Espaldas.

Melan.